El yunque en el mar
Ningún objeto podría sostenerse por sí solo.
Un fuerte y pesado yunque, sin su firme mesa de herrero, terminará vulnerable a las leyes naturales. Colocado sobre el mar, solo se hundirá.
Así mismo, el conocimiento humano también se sostiene en un soporte firme; es decir, en fundamentos.
La fuerza de los fundamentos
En latin antiguo se le llamó fundamentum (fundar, originar un resultado). Los fundamentos son un conjunto potente de conocimiento interrelacionado que, al sumarse entre sí, justifica las causas que permiten comprender, discernir o incluso predecir mucho de lo que nos rodea y de lo que somos.
Así, el fundamento de las matemáticas es la comprensión de sus operaciones básicas.
El fundamento de la medicina es la comprensión de las funciones de sus micro elementos, fluidos y órganos del cuerpo humano.
El fundamento de la tecnología es la comprensión de las relaciones entre electrónica, materiales, codificación, matemáticas y su acceso desde seres humanos, sin discriminarlos.
Los fundamentos a su vez se sostienen en la práctica real. Un fundamento es perceptible, táctil, visible. O por lo menos, mentalmente comprobable.
Pero comprender los fundamentos de un conocimiento es una ardua tarea de comprobación personal, similar a excavar dentro de una rica mina de diamantes, con el conocimiento exacto de qué herramientas usar y cuáles evitar. Exige consumir los ensayos y errores de otros que ya estudiaron cada matiz y cada efecto de un fenómeno; y que lo registraron en libros (o en una secuencia de videos, o en enseñanzas más profundas). Desconozco si mediante respuestas previas a prompts.
Aire acondicionado intelectual
Cuando una máquina nos aleja de esa experiencia entonces nuestro saber será como un yunque cayendo al mar. Sin nuestro ejercicio de explorar los fundamentos de algo, entonces tendremos un saber por mera mención o memorización. Sin soportes, sin ejercicio, sin sudor, sin frustración, sin extensa curiosidad, sin placer del logro intelectual.
Sí. Podríamos usar las redes neuronales artificiales para lo que deseemos. ¿Decidiremos también no explorar la oscura y extensa mina de los fundamentos de un conocimiento?. En vez de eso, la IA nos colocaría en una sala con aire acondicionado intelectual. Seremos pasivos. Atendidos con veloces tiempos de respuestas; algunas útiles o por confirmar, otras posiblemente equivocadas, pero al fin y al cabo respuestas. Sin comprobar en la viva práctica sensorial cómo los fundamentos de un conocimiento caen al mar o se sostienen fuertes frente a nosotros.
Que la inteligencia artificial (IA) no nos quite los fundamentos.